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Riesgos de la FCPA Cuando se Acaba el Encanto en América Latina

Author: Matteson Ellis

FCPA CliffLa versión original de este post fue escrito en Inglés. La traducción es creado por Merrill Brink International.

Es mucho lo que se dice actualmente sobre si Brasil puede mantener el impresionante crecimiento que ha registrado en los últimos años. El 14 de febrero Financial Times tituló: “La burbuja inmobiliaria en Brasil tiembla ante tambaleo económico”, mientras que The Wall Street Journal señaló: “Los datos de Brasil revelados el viernes sugieren que el crecimiento económico se ha debilitado en los últimos dos trimestres, lo que demuestra cuánto ha caído un país después de haber sido el consentido de los inversionistas de los nuevos mercados”. Y todos los días hay reportajes similares.

Si la economía brasileña sufre una caída, será otro ejemplo de un ciclo de auge y caída, lo que es muy común en América Latina. Los países no solo experimentan estos ciclos, la región en pleno es también conocida por sus períodos de expansión económica seguidos de colapsos precipitados. En la década de los setenta, los elevados precios de los productos básicos condujeron a un crecimiento económico que terminó abruptamente en los ochenta, desencadenando una fuerte crisis de endeudamiento. A principios de los noventa, las reformas hechas en función del mercado generaron una expansión de capital a corto plazo que terminó, nuevamente de forma abrupta, en el efecto Tequila de 1994.

Esta historia regional y las actuales proyecciones económicas dan por sentado la respuesta a esta pregunta: ¿Cómo queda afectado el riesgo de corrupción  cuando las economías se contraen? A continuación se presentan algunos efectos comunes que deben recordar las compañías que invierten en América Latina y que están sujetas a la FCPA.

Más presiones para alcanzar objetivos. Cuando las economías implosionan, es difícil que las multinacionales se vayan, especialmente aquellas que han invertido millones en plantas nuevas, infraestructuras de distribución y otros activos fijos. Las mismas se ven obligadas a competir por clientes del sector privado que son menos numerosos y más exigentes, así como por una cantidad reducida de proyectos de financiamiento público. Ello ejerce mayor presión para que el personal de ventas logre los objetivos y presente resultados. Se ve incrementada la tentación de hacer lo que sea necesario para llevar la delantera, o simplemente conservar el empleo. Estas presiones aumentan los riesgos de que el personal y los representantes de las multinacionales recurran a los sobornos.

Solicitudes de sobornos más agresivas. Algunos mencionan un incremento en la agresividad de las solicitudes de soborno cuando los mercados sufren caídas. Glenn Ware, una de las dirigentes de la práctica anticorrupción de PwC, ha definido al declive económico como “la tormenta perfecta” del riesgo de corrupción, porque deja un pote más pequeño de recursos públicos donde los funcionarios corruptos pueden ejercer su influencia para su propio beneficio. Ello puede hacer que algunos funcionarios que se inclinan hacia la corrupción sean más contundentes en sus requerimientos.

Riesgo incrementado de aplicación. Cuando las economías se contraen, el descontento público suele llevar al poder a nuevas partes y personalidades. Los nuevos líderes pueden sentirse motivados a revelar esquemas de soborno que involucran a sus antecesores. Hacer quedar mal a los gobiernos anteriores refuerza la posición propia. Las compañías extranjeras que representan circunscripciones locales limitadas son objetivos evidentes de mayor escrutinio y culpa. Estos cambios diversos significan que las compañías asociadas con irregularidades corren mayor riesgo de que las atrapen cuando se debiliten las economías. Pueden incluso tener más posibilidades de que se les aplique la ley en los Estados Unidos, si el nuevo gobierno del país en cuestión tiene mayor disposición a entregarles evidencias a las autoridades estadounidenses.

Extorsión y renegociación de contratos existentes.  Cuando nuevos líderes llegan al poder como consecuencia de una crisis económica, estos pueden llegar a ser más corruptos que los líderes anteriores. Podrían extorsionar a las compañías, quizás amenazándolas con revocarles la concesión, imponerles más impuestos, o auditarlas. Si una compañía inescrupulosa a la cual ya se le han adjudicado contratos públicos a raíz de los sobornos pagados, los nuevos gobiernos podrían pedir nuevos pagos para mantener tales contratos. Por ejemplo, Siemens Argentina obtuvo un contrato de impresión de documentos de identidad por $1 billón bajo el gobierno de Carlos Menem en una época en la que la economía argentina era sólida. La compañía lo logró sobornando a los funcionarios públicos. Luego la economía cayó en crisis y el Presidente Menem perdió la elección a la que se postulara para su tercer mandato. En 1999, el nuevo Presidente, Fernando de la Rúa, amenazó con poner fin al contrato con Siemens a menos que la empresa hiciera otros pagos. Ello demuestra que no solo es mala idea que las compañías participen en actos de corrupción, sino que puede resultar aun peor cuando cambian las condiciones económicas locales.

Mayor contacto con los gobiernos. Cuando las economías se contraen, a veces los gobiernos deciden asumir roles más activos en el mercado. Modifican regulaciones, crean impuestos de exportación, implementan controles de precios, y toman otras medidas para evitar que la economía se hunda aun más. En casos extremos, nacionalizan empresas e industrias. Cuando se dan estos cambios, los soportes de la inversión de una compañía en otro país pueden cambiar. En consecuencia, las compañías se ven obligadas a interactuar con funcionarios de formas en las que nunca antes lo habían hecho, lo que aumenta las oportunidades de que haya solicitudes de soborno.

Desigualdad reforzada. Lo que puede ser el resultado más pernicioso de los ciclos de auge y caída es el efecto que tienen en las clases baja y media. Este afecta el riesgo de soborno dado que una mayor desigualdad suele generar mayores oportunidades de corrupción. Un estudio realizado por el Instituto de Investigación Económica de Kioto estableció la relación entre el escaso crecimiento económico, la desigualdad y la corrupción. Dicho estudio demostró que cuando el nivel de desigualdad entre los ciudadanos es elevado, el apoyo político del gobierno es menos susceptible a la corrupción, así que aumenta la corrupción. Además, la desigualdad impide el crecimiento económico, lo que genera un círculo vicioso.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor, a título personal, y no necesariamente representan las opiniones de otra persona, incluidas las entidades a las que está afiliado el autor, sus empleadores, otros contribuyentes, FCPAméricas o sus anunciantes. La información del blog FCPAméricas tiene por objetivo el debate público con fines educativos únicamente. Su intención no es suministrar asesoramiento legal a los lectores y no crea un vínculo abogado-cliente. No se desea describir ni transmitir la calidad de los servicios legales. FCPAméricas anima a sus lectores a solicitar asesoramiento legal calificado con respecto a leyes anticorrupción o cualquier otro asunto legal. FCPAméricas da permiso para enlazar, publicar, distribuir o hacer referencia a este artículo con fines legítimos, siempre que se indique su autor y su relación con FCPAméricas LLC.

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Matteson Ellis

Post authored by Matteson Ellis, FCPAméricas Founder & Editor

Categories: Argentina, Brasil, Compliance Anticorrupción, Español, FCPA

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